En su cuento “Las Fieras,” Roberto Arlt nos
presenta dos mundos. Conocido por su estilo distinto, Arlt usa sus cuentos para
un espacio en que puede expresar su punto de vista sobre la sociedad que es,
muchas veces, polémico. En “Las Fieras,” Arlt presenta dos mundos que son
separados pero conectados, diferentes pero semejantes. Uno de los mundos es el
de su protagonista y las fieras, los amigos de su protagonista. El otro mundo
fue del protagonista pero ya no lo es. Ahora, es el mundo de su amante pasado,
de los empleados del banco y de los hombres
honrados. En el cuento, Arlt juega con el espacio de sus personajes para
definir cómo ven el otro mundo y cómo los dos mundos aparecen enfrentados.
Al
comienzo del cuento, conocemos a un protagonista perdido. ¿Pero cómo? Hay
maneras diferentes de estar perdido. Dice, “me faltan fuerzas para escaparme a
ese engranje perezoso” (p 75). De esta manera, nuestro protagonista está
perdido en un “engranje,” un lugar donde nadie tiene el poder de escoger su
propia dirección. Está perdido en un mecanismo, sin el poder ni la fuerza de
cambiar su situación. Para el protagonista (quien nunca recibe un nombre) es
difícil para explicar por qué fue huiéndose. Él se da cuenta de que está
viviendo en una ciudad “profundísima, infinitamente abajo, sobre el nivel del
mar. Una neblina de carbón flota permanente es esta socavón de la
infrahumanidad” (p 75). Está viviendo en un mundo abajo de la humanidad y
debajo de su mundo pasado. Dice que el mundo es una socavón: está perdido en
una engranje, sin la fuerza de cambiar su situación.
El protagonista habla sobre el
futuro de su amante: “te casarás algún día con un empleado de banco o un
subteniente de la reserva” (p 75). Él lamenta el futuro de su amante y su
derecho de escoger. Para él, su amante es un recuerdo de la vida y las
posibilidades que nunca tendrá. El mundo de su pasado es el mundo de arriba. El
mundo donde estuvo con ella en un iglesia, en un templo. El mundo de arriba fue
reemplazado con el mundo de abajo, con prostíbulos y fieras. Un mundo donde no
se puede escoger sino aceptar.
Directamente,
no conocemos a la gente del mundo de arriba. La única cosa del mundo de arriba
que el protagonista recuerda es el nombre de su amante pasado. No recibimos
ningún característica de su amante. Sin embargo, conocemos a mucha gente del
mundo de abajo. Está Tacuara, la prostituta con la que el protagonista pasa
mucho tiempo. Ella es la única que sabe sobre el amante del protagonista. En
general, la gente del socavón no es
gente simpático. Está el Relojero que, porque está aburrido, golpea a su mujer.
Está Cipriano, el cocinero del prostíbulo. A él le gusta violar niños y castigar
a las prostitutas desobedientes mientras está sonriendo.
No
obstante, Tacuara, el protagonista y Cipriano no son los únicos en el
prostíbulo. Dice el cuento: “ Esta, con las tetas volcadas entre las puntillas
de su peinador, prostituía menores de catorce años para servirlas a la
voracidad de terribles magistrados y potentados ancianos” (p 76). Parece que los hombres del mundo de
arriba han bajado al mundo de abajo. La única diferencia entre los magistrados
en el prostíbulo y Cipriano es el dinero de los magistrados. Los que firmaban
los cheques de Cipriano eran los jefes políticos.
Así, los hombres de los dos
mundos se juntan en el mismo espacio. Los hombres del mundo de abajo miran a
través del vidrio de un bar. Miran a le gente de afuera, a la gente del mundo
de arriba. Angelito el Potrillo, un ladrón enfermo pasa horas mirando. Está
el policía que pasa y lo
saluda porque saben que él está enfermo y grande y ya no puede robar. El
relojero mira, también el protagonista.
Además, la gente del otro lado
del vidrio mira a la gente del mundo de abajo. Como dice el protagonista: “y
así fui hundiéndome día tras día, hasta venir a recalar en este rincón de Ambos
Mundos” (p 76). Los dos mundos se juntan en el mismo lugar, en el mismo
espacio. Todos están mirando al otro mundo. ¿Pero dónde está la diferencia? Los
magistrados del mundo de arriba se acuestan con menores en los prostíbulos.
Cipriano se acuesta con niños. Los dos se juntan en el prostíbulo. La
diferencia es que los magistrados tienen dinero. Arlt está usando los dos
mundos para mostrar la diferencia que tiene dinero en nuestra sociedad. En
nuestra sociedad, el hombre no importa por lo que es, él es solamente una pieza
del sistema. Lo que es importante es lo que tiene. Hay dos posibilidades de vida.
Solo la suerte y el dinero pueden elegir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario